HUMBERTO GÓMEZ EN LA COMISARÍA DE ARAUCA

 UNA  REBELIÓN INDEPENDISTA EN LOS LLANOS
Alfredo Cardona Tobón*


La remota región entre los ríos Arauca y Orinoco fue colonizada y ocupada inicialmente por los venezolanos, y su desarrollo fue tan lento, que su caserío principal, fundado el 4 de diciembre por el sacerdote Isidro Daboin, apenas contaba con 1500 vecinos  a mitad del siglo XIX y no llegaba a tres mil al empezar el siglo XX.
Desligada del resto de Colombia y con el tráfico fluvial restringido por el dictador venezolano Cipriano Castro, la situación de Arauca no podía ser peor en 1900: dependía casi totalmente de Venezuela y su economía era paupérrima, pues sus habitantes, casi todos del país vecino, solamente vivían de la venta de  cueros de res y de las plumas de garza que demandaba la moda europea.
Ante la mínima presencia colombiana, los araucanos se levantaron en armas  en 1910 lo que obligó al gobierno central a segregar la región del Casanare y crear la Comisaria de Arauca, lo que poco sirvió, pues allí descargaron funcionarios siniestros y corruptos que enviaban a la comisaría porque no había lugar para ellos en otros puntos del país.
Además de la pobreza y la mala administración menudeaban en Arauca el abigeato para descuerar las reses y  la lucha por las garceras, donde los  antisociales abatían miles de aves en cada entrada para quitarles las plumas, pues la demanda europea no podía atenderse con las plumas que naturalmente mudaban las garzas.  A ese ambiente hostil con resequedad en los veranos e inundaciones en los inviernos se sumó la proliferación de las plagas, pues al descender el número de garzas  aumentaron los bichos que constituían su alimentación.
APARECE HUMBERTO GÓMEZ
Entre los pocos datos sobre Humberto Gómez, se sabe que nació en Santander en  1887; vivió en varios pueblos boyacenses donde ejerció la carpintería al igual que en  Guárico, Venezuela, donde trabajó con los hermanos Gagaldón, caudillos del llano y poderosos contrabandistas de ganado y de plumas de garza.
En 1912 Humberto Gómez se radicó en Arauca, donde contrajo matrimonio y se desempeñó como mayordomo del Hato las Delicias; por razones personales no esclarecidas,  el Comisario de Arauca, Esteban Escallón, se dedicó a perseguirlo y los esbirros del funcionario, incluso, trataron de asesinarlo.  Ante esa situación  Humberto repasó el río Arauca  y desde territorio venezolano buscó la manera de vengarse.
Humberto Gómez consiguió el apoyo de la cuadrilla de un bandido apellidado  Pérez Delgado que le suministró armas para los llaneros que de un lado y otro de la frontera odiaban  al comisario  Esteban Escallón por su trato tiránico y sus antecedentes como ex-subdirector de la policía nacional en Bogotá.

LA REBELIÓN INDEPENDISTA
Las motivaciones de Humberto Gómez, además de  personales y partidistas tuvieron un trasfondo social e independista que diferencia su rebelión de la mayoría de los alzamientos colombianos.
 Un testigo presencial narra los sucesos del treinta de diciembre de 1916:
“A las cinco y media de la mañana fue asaltado el cuartel de la policía por una cuadrilla de malhechores compuesta por 35 individuos, capitaneados por Humberto Gómez, los que asesinaron al general Esteban Escallón y a otros ocho funcionarios... después de esto pusieron presos a la mayor parte de los empleados del gobierno gritando ¡Viva el partido Liberal!- ¡Abajo el gobierno de Concha!... luego tomaron de las varias oficinas los dineros del gobierno destruyendo muebles y quemando algunos archivos, especialmente el del Juzgado de Circuito de la Comisaría... exigieron empréstitos en dinero y mercancías y expropiaron toda clase de bienes de distintas personas.”
El ataque se esperaba de tiempo atrás, pero el general Escallón sin dar crédito a los rumores debilitó la guardia del puerto al enviar una partida a traer el correo y otra en busca de Humberto Gómez. Los rebeldes tenían todo preparado, conocían los movimientos de la tropa de Escallón y contaban con infiltrados en la guarnición, entre ellos un cabo que a la hora del ataque hizo levantar a los soldados, para que, sin armas, hicieran  aseo general al cuartel.
Aunque en Arauca se habían presentado levantamientos liberales en 1895 y en  1899, en 1916, además de invocar los principios del partido, los rebeldes exigieron la atención de los poderes centrales y la reivindicación de los derechos de esa  región olvidada: “Ante la justicia ultrajada- decía Gómez en una de sus arengas- ante muchos derechos conculcados y la vida amenazada, hemos izado la bandera de la libertad en las regiones araucanas.”
Ni los liberales del resto del país, ni los propietarios de las haciendas y los fundos ganaderos respaldaron la rebelión de Humberto Gómez y entre sus hombres surgieron divergencias desde el primer momento, pues aunque la mayoría luchó por  Arauca, otros se adhirieron a la revuelta para robar y matar como sucedió en el poblado de El Viento que redujeron a cenizas y Colombia perdió desde entonces  pues la gente invocó la protección de los federales venezolanos.
LA RECONQUISTA OFICIAL
El 9 de enero de 1917 el presidente Concha declaró el Estado de Sitio en Arauca y envió dos columnas militares: una marchó por las trochas boyacenses de Chita y Tame bajo el mando del general Jesús García y la otra avanzó por el río Meta con el general Manuel Molano Briceño a la cabeza.
Las atrocidades atribuidas a los hombres de Gómez palidecieron ante los atropellos de las fuerzas oficiales. Las tropas del gobierno entraron al caserío de Arauca el 5 de febrero de 1917 e iniciaron una retaliación indiscriminada. Uno de los oficiales trató de justificar los crímenes ante un periodista: “¿Qué quiere usted que haga una fuerza que va a las pampas de Arauca a perseguir bandidos?- No iba a pelear con un ejército organizado, se trataba de cazar fieras... la gente de Gómez se dispersó en la llanura y hubo necesidad de cazarlos como tigres.”
La cárcel de Santa Rosa de Viterbo se  atiborró de prisioneros, muchos de ellos inocentes. Las autoridades de Venezuela apresaron a Humberto Gómez y a su estado mayor y luego los dejaron en libertad; posteriormente los gobiernos conservadores buscaron la extradición de Humberto Gómez sin lograrlo; muchos años después el  rebelde regresó a Colombia y en los años cincuenta murió en Cúcuta, dejando en la historia la huella de un régimen independista de 36 días.

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