EDUARDO ABAROA : HÉROE DE CALAMA



Alfredo Cardona Tobón



Los latinoamericanos vivimos en un  mundo prestado lejos de nuestras propias realidades; conocemos la historia europea, seguimos lo que dictan los anglosajones y menospreciamos todo aquello que va desde México  hasta la Patagonia, lo cual explica el enorme desconocimiento que tenemos de nosotros mismos.
García Márquez, Vargas Llosa, Juan Rulfo y otros autores empezaron a mostrarnos  el mundo latinoamericano y a hacernos sentir que estamos hechos del  mismo barro y que las fronteras de estos países son meras líneas trazadas por intereses mezquinos.
España nos impuso su lengua y sus creencias; Inglaterra nos expolió y sembró cizaña, Estados Unidos arrebató territorios y entre las llamadas naciones hermanas, las más fuertes se aprovecharon de las débiles, como ocurrió con Bolivia, cuyo clamor por una salida al mar no se ha escuchado y   su justo reclamo no tiene audiencia, pues se olvida o se ignora que hace 135 años los chilenos le arrebataron el litoral por la fuerza.
LA INVASIÓN CHILENA
El 14 de febrero de 1879  los chilenos desembarcaron en el puerto de Antofagasta, entonces perteneciente a Bolivia; atacaron sin previo aviso para apoderarse descaradamente del guano, del salitre, el mineral de cobre y del mar de los bolivianos.
El prefecto del departamento del  Litoral, Severino Zapata, sin recurso alguno para hacer frente a la invasión, se retiró al poblado de Calama en donde hacendados y peones bolivianos se estaban organizando para repeler a los chilenos
Como se demoraban las fuerzas del altiplano boliviano, el forense Ladislao Cabrera reunió 142 civiles y dos militares retirados y con unos pocos rifles hizo frente a 500 militares chilenos, curtidos en la lucha contra los mapuches, dotados de cañones y armamento moderno y con  varias columnas de caballería.
En la madrugada del 23 de marzo los invasores llegaron a Calama, pensando, que al igual que en Antofagasta no iban a encontrar resistencia pero se equivocaron; los voluntarios de Ladislao Cabrera estaban atrincherados en tres puntos cercanos a Calama. Pese a la enorme diferencia en hombres y armamento los  bolivianos rechazaron la vanguardia chilena  de cazadores a caballo; en el vado de Huaita cayeron siete chilenos y en el vado de Topáter se toparon con ocho valerosos rifleros que bajo el mando de Eduardo  Abaroa les cortaron el paso.
LOS HÉROES DE TOPÁTER
Días antes del combate de Calama,  Ladislao Cabrera designó a Eduardo Abaroa subjefe del destacamento de  Calama con el grado de coronel;  Abaroa, al igual que los demás voluntarios bolivianos, no había empuñado un arma en su vida, era un simple comerciante metido a la minería, que vendía harina y cebada.
Al aceptar el cargo, Eduardo Abaroa sabía que se estaba embarcando en una misión suicida; por eso,  se apresuró a contraer nupcias por poder con Ivone Rivero, madre de sus hijos, y organizó sus asuntos personales.
La resistencia en el vado de  Topáter fue encarnizada pero inútil; el coronel Villagrán reforzó el ataque chileno y cercó a los bravos rifleros bolivianos.
¡Ríndase!- Ríndase!- gritó Villagrán a Abaroa , que  era, quizás,  el único defensor que quedaba vivo.
-¿Rendirme yo?- ¡ Qué se rinda su abuela- Carajo¡- Fue la respuesta de Abaroa
Tres tiros del cañón Krupp resonaron en el vado, tronaron los fusiles chilenos y Eduardo Abaroa cayó traspasado por tres disparos. Los chilenos  entraron a Calama después de tres horas de lucha. Tendidos en los matorrales quedaron 20 bolivianos mientras los chilenos recogían 7 de los suyos. Los chilenos rindieron honores a Eduardo Abaroa, cuyos restos se trasladaron en 1952 a La Paz con todos los honores.
LA GUERRA CONTINÚA
Para hacer frente a la invasió, los bolivianos formaron la V división bajo el mando del general Narciso Campero; pero más que un cuerpo militar era una montonera: sin uniformes, sin alimentos ni forrajes suficiente,s donde se destacaba una escuadra de francotiradores y una unidad de caballería.
Mientras la V División esperaba ordenes en Potosí, los sobrevivientes de Calama se internaron en el desierto de Atacama y se reorganizaron en guerrillas que acosaron a los chilenos; el 10 de septiembre de 1879  los comandantes Jaime Ayo y Toribio Gómez emboscaron un piquete de cazadores chilenos que reaccionaron y dieron de baja a 13 bolivianos incluyendo a los jefes de la guerrilla.
Una avanzada de la V División  dirigida por  Carrasco cruza la cordillera y  el 25 de noviembre de 1879  toma el poblado de Chiuchiu y luego ataca a San Pedro de Atacama ocupado por los chilenos que se retiran hacia el desfiladero de Tambillo, no muy lejos de esa aldea. El combate empieza en las primeras horas del 6 de diciembre. Tras un corto tiroteo los chilenos agotan sus municiones y se retiran  seguidos por los jinetes bolivianos que asesinan a casi todos los enemigos.
Carrasco solicita ayuda y como no llega esa ayuda, Carrasco abandona a San Pedro de Atacama y regresa al altiplano, en tanto que los chilenos envían más tropas y entran de nuevo a la población.
Los chilenos establecieron una línea de contención en espera de la V División boliviana. El presidente boliviano Hilarion Dazo  temiendo que el general Campero lo opacara ante la opinión nacional abortó la misión de la V División, y en marchas y contramarchas la replegó hacia Oruro.
El 5 de abril Chile declara la guerra a Bolivia y el Perú y peruanos y bolivianos combaten al enemigo común. Cuatro divisiones bolivianas con 7360 hombres llegan  a Tacna y se desplazan con dificultad por las arenas del desierto de Atacama pues los chilenos han destruido la flota peruana y son dueños del mar.
Los chilenos desembarcan en  el puerto de Pisagua y arrollan dos  batallones bolivianos; en el Alto de la Alianza las fuerzas aliadas  se enfrentan a los chilenos con los sones de la marcha de “La Cantería” ; “Agárrense rotos que entran los colorados dice el comandante; pero pese a su valentía perece el 50% de la División Colorada y el 85% de la División Amarilla, y el invasor puede continuar  su marcha hacia Lima.

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