GILBERTO CANO Y EUNICE TREJOS-


Alfredo Cardona Tobón



 


Gilberto y Eunice, unidos por el amor y sus ideas, marcaron rumbos a los quinchieños en la segunda mitad del siglo XX. Fueron dos líderes populares, que en una de las peores épocas de la región se acercaron a las comunidades del antiguo Guacuma para darles una mano y servirles de enlace con los poderes centrales del departamento de  Caldas y luego  con los de Risaralda.

 

Fueron los padres de Gilberto Cano, el señor Luis y la señora Clementina Bolívar y de Doña Eunice, Don AntonioTrejos y doña Purificación Taborda; el  señor Luis Cano, era hermano de la señora Herminia Cano, una dama de grata memoria que cada año por la época de navidad celebraba con gran regocijo la más concurrida Nochebuena. En su casa ubicada en el alto de “Callelarga”, hoy barrio Ricaurte, se reunían los vecinos a compartir la deliciosa natilla y los ricos buñuelos que se servían en una jornada maratónica que remataba con la entrega de una hermosa estampa del niño Jesús.

 

Igualmente, doña Herminia organizaba uno de los pasos del Viacrucis que empezaba frente a su casa en la Semana Santa; por ese tiempo la tranquila Callelarga, autopista de las vacas de ordeño y las recuas que llegaban al pueblo, cobraba importancia al convertirse en “La Calle de la Amargura” el viernes de la muerte del Señor y en “La Calle de la Resurrección” al revivir Glorioso en la mañana del último domingo de la magna semana..

 

En ese ambiente religioso y festivo, se forjó el liderazgo de Gilberto, mientras crecía su romance con Eunice, una espigada y bonita trigueña que vivía en el mismo sector. Los años pasaron y el noviazgo de tiernos escueleros cristalizó en un hogar lleno de amor, solidaridad y respeto.

 

A finales de los cincuenta Gilberto Cano inicia su carrera política al lado del gran caudillo liberal Camilo Mejía Duque. Por ese entonces “Cachaco” y su esposa Eunice  coordinan los eventos partidistas, sus voces llenan las calles quinchieñas y poco a poco, en llave poderosa reforzada por el carácter de hierro de Eunice, el matrimonio consolida su poder electoral  en las veredas de Quinchía azotadas por las bandas criminales del  ” Capitán Venganza”.

 

Casi todos los notables del pueblo se han ido para salvar sus vidas durante la violencia de mitad del siglo pasado. El campo está libre para quien tenga la garra de liderar un pueblo lleno de desventuras y Gilberto asume el reto. Llega primero al Concejo Municipal, como un edil inquieto, disciplinado, lleno de aspiraciones, que aspira servir a su gente; luego ocupa la Tesorería municipal donde administra la pobreza de un municipio con exiguos recursos económicos e infinitas necesidades.

 

Por su carisma y su comunión con la gente, Gilberto no tarda en ser nombrado alcalde y con Eunice que aconseja y le cuida la espalda enfrenta una de las peores épocas en la historia de la comarca. El 25 de enero de 1958 renuncia a la alcaldía: era imposible gobernar en esos momentos. Pero Gilberto no se retira del campo y fuera de la administración sigue luchando por Quinchía en la Asamblea de Caldas adonde llegó como diputado en la año de  1962-

 

 

Doña Eunice atiende a William y Gloria, los primeros retoños del matrimonio y pese a sus labores como madre y esposa tiene tiempo para afilar su garra política y convertirse en una dirigente con más carisma y poder que su propio marido.  Es una mujer de vibrantes discurso, con ambición y relaciones públicas. En los albores del departamento de Risaralda, bajo las banderas de Camilo Mejía llega  Eunice a la Asamblea. Ya es una líder regional, aguerrida, enérgica que lucha por la ampliación y pavimentación de la carretera a La Ceiba, promueve la Defensa Civil, consigue dotaciones para el Cuerpo de Bomberos y apoya al colegio Millán Rubio de Irra.

 

Los hijos Jhon  Jairo, Carlos Alberto, Fredy, Fernando, Aviezer y María Elena, son reflejos de un hogar donde se vivió el avatar político de Quinchía, con sus divisiones y sus ideas muchas veces enfrentadas.

 

En el año de 1979 Eunice falleció en Pereira en la plenitud de su vida, tras una intervención simple que no revestía el riesgo de muerte, dejando la bandera liberal de Quinchía en las manos de su esposo Gilberto, el apreciado “Cachaco” amigo de todos sus paisanos. Se apagó la llama que alumbraba al pueblo, al lado de doña Adelina García, la temeraria mujer de la guerra de los Mil Días, Eunice Trejos pasó a la galería de las mujeres notables de una comunidad identificada con  las ideas liberales.

En el periódico “El Imparcial” de Pereira, Gilberto Gutiérrez T. escribió esta bella página de despedida, al día siguiente de la muerte de Eunice: “Esta gaitana de Quinchía, amó a su pueblo, con un amor entrañable y hoy este mismo pueblo que hoy la llora con amargura infinita, está testimoniando con su presencia el afecto y el cariño para quien fuera su ángel tutelar. Desde que en las mentes de nuestros más altos valores cívicos, brilló la idea de la separación del Viejo Caldas, Eunice fue, como una antorcha de fuego desplegada a los vientos, capaz de lograrlo todo, consecuente con el consenso general de quienes siempre anhelamos un mejor porvenir.  Más tarde cuando brilló la aurora de un nuevo amanecer político y administrativo, vino como la representante de su pueblo, pueblo que cada día se agiganta ante la faz de esta Colombia grande, respetada y libre”

“Quinchía le debe a esta mujer maravillosa mucho de su desarrollo urbanístico.  Abogó también por levantar su nivel cultural solicitando escuelas y colegios, consciente de que por este medio, haría hombres libres.  Escribió las más bellas páginas de historia política a lado de Enrique Millán Rubio, de Hernando Vélez… Hasta siempre Gaitana del Batero. Duerme en paz”

 

Gilberto continuó por varias décadas en el Concejo, como jefe natural de una fracción roja que apoyó siempre al oficialismo del partido. Don Gilberto sacó tiempo para la educación de sus hijos, para su colección de tangos y convirtió el “Café Lux” en un icono quinchieño adonde forzosamente llegaba desde el más humilde campesino hasta el más encumbrado dirigente que se acercaba a Quinchía.

 

 “Cachaco”, como le decía todo el mundo,  culminó su lucha en Pereira en 2015 tras una larga enfermedad; la dirección liberal lamentó su muerte y en medio del dolor recibió sepultura en el pueblo que amó tanto como a Eunice, tanto como a sus hijos y que no cesa de recordarlo .

 

En el trágico domingo de la mentada Operación Libertad que el gobierno realizó en Quinchía para poner tras las rejas a los auxiliares de la banda criminal de Leyton, encarcelaron a Gilberto al igual que  más de un centenar de quinchieños acusados de colaborar con la guerrilla. Algunos lo hicieron por conveniencia, otros forzados por el miedo y la mayoría acusados sin razón por informantes anónimos. Casi todos recobraron la libertad tras meses de cautiverio, Gilberto regresó al pie del Gobia a retomar sus banderas y animado por el aplauso y el cariño de los quinchieños.

 

 

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